miércoles, 13 de octubre de 2010

EL AUTOCONOCIMIENTO ( I )



El aspecto externo de la constitución humana puede
estudiarse por medio de métodos externos, pero el
conocimiento de su organismo invisible sólo se alcanza por
introversión y estudio de si mismo; por tanto, el más
importante consejo que hemos de darte es APRENDE A
CONOCER TU PROPIO YO”.

(7ª Carta de los Maestros Rosacruces)


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EL AUTOCONOCIMIENTO ( I )


Esta afirmación encierra
significativas derivaciones.

Una de las más
importantes consiste en
que los conflictos que se
suscitan en las complejas
relaciones humanas se
derivan del inadecuado
manejo que hacemos de
nuestras emociones y
convicciones, en pocas palabras de nuestra estructura psicológica. Nos resulta
muy fácil adjudicar la culpabilidad de los conflictos a los demás sin reparar en que
a cada uno nos corresponde una porción mayor o menor de culpa. El
autoconocimiento puede permitirnos darnos cuenta de nuestras falencias y sobre
todo aprender a manejar las facetas emocionales que tanto nos perturban, tales
como tristeza, pena, depresión, temor y así podríamos continuar una
enumeración interminable. Sobre todo llegaremos también a darnos plena cuenta
del mal que siempre aquejó al mundo suscitando infinidad de conflictos, cual es el
egoísmo del cual ningún ser humano está inmune. Estas modestas publicaciones
están encaminadas a efectuar un modesto aporte sobre una cuestión que merece
un particular tratamiento merced a la proximidad de la Era de Acuario, que
merced a la influencia de Urano está exigiendo a la humanidad cambios de
posturas en múltiples aspectos.

Esperamos que con la intervención de todos los interesados en el tema
podamos arribar a algunas coincidencias porque hay mucha inquietud al
respecto.


¿Qué significa conocer?

Suelen mencionarse, quizás no muy a menudo, las palabras “conocimiento de
uno mismo” o “autoconocimiento” pero no es común que se tenga una clara
noción de lo que ellas significan. Tal hecho es lamentable porque se vinculan con
un accionar que es fundamental en la vida humana. Es necesario aclarar de
antemano que significado pretendemos adjudicar al verbo “conocer”.

Comencemos aceptando que se trata de disponer de una clara noción de la
naturaleza y cualidades de algún hecho, cosa o idea. En este caso nos estamos
refiriendo al hecho de auto conocerse psicológicamente. En una persona
catalogada como anormal, este quehacer escapa en gran medida a sus
posibilidades, pero para una persona normal está a su propio alcance y puede ser
llevado a cabo sin auxilio externo. Es lo que se intentará considerar a lo largo de
estas líneas. Apelando a un ejemplo de lo que significa conocer algo expresemos
que si alguien tiene la intención de adquirir una casa ya construida que se adapte
a sus necesidades, lo primero que tiene que hacer es conocerla por dentro para
verificar si las comodidades se adaptan a sus requerimientos. En cierta medida
ocurre algo similar con el conocimiento de nuestra esfera psíquica a la cual
debemos observar en que estado se encuentra, con la mayor imparcialidad y
precisión.


Que trae el egoísmo

Como se decía es el mal que siempre aquejó y sigue aquejando a la humanidad
y puede estar causando más víctimas que todas las enfermedades en su
conjunto. El egoísmo es el inmoderado y excesivo amor que se tiene de si mismo
y que hace atender desmedidamente al propio interés personal. Digamos que es
lo que nos mueve a todos y cada uno de los seres humanos, en mayor o menor
medida, aunque algunos pocos personajes demostraron una notable expansión
de conciencia al ocuparse más de los problemas ajenos que de los propios como
en el caso de la Madre de Calcuta y el Mahatma Gandhi. En el caso de personas
de poca evolución espiritual lamentablemente ocurre todo lo contrario porque
aplicando su egoísmo pueden perjudicar al prójimo valiéndose de su poder
económico, político o mediático. Lamentablemente el egoísmo puede
amalgamarse con el egocentrismo que es una exagerada exaltación de la propia
personalidad, hasta considerarla como centro de atracción y esa simbiosis hasta
puede enquistarse en las llamadas instituciones espirituales que casi
invariablemente caen en la autodestrucción porque los que las manejan, aunque
parezcan dotados de cualidades poco comunes, no practican la terapia
preventiva que es el autoconocimiento. De ahí que el ansia de poder de los
dirigentes de turno con sus manejos inadecuados va generando el desorden, que
es agravado con el accionar de los que se creen críticos salvadores y sólo
incrementan el caos en la institución. A menudo no se tiene en cuenta que el
afecto tiende a solucionar todos los problemas humanos. El autoconocimiento es
la llave que puede abrir esa puerta y ese tema merece ser tocado reiteradamente.

Esto nos hace llegar a la conclusión de que el nivel psíquico-espiritual, resultante
del conjunto, depende de las condiciones personales de sus integrantes.



Prioridad del autoconocimiento

Lo que se está comentando para algunos puede ser el aspecto de una moda
intelectual con la cual no debe perderse el tiempo porque algunas creencias o
prácticas pueden resultar más productivas. Sin embargo en antiguas logias
esotéricas se leía en sus frontispicios la leyenda “Conócete a ti mismo” lo cual es
razonable desde todo punto de vista. Para cada uno puede resultar acertado el
rumbo que ha tomado en su vida, pero es demasiado riesgoso hacer
afirmaciones con validez total y absoluta porque siempre estamos en condiciones
de ver más allá de lo que actualmente está a nuestro alcance. Una postura
acertada es tener un pleno convencimiento de que cada uno es responsable de
su destino, tanto cuando se habla de aciertos como de errores y las respuestas
se encuentran mirando dentro de si mismo, para ver que es lo que estamos
generando. Sufrimos porque nos equivocamos y nos equivocamos porque
nuestras decisiones no están avaladas por un conocimiento cabal de sus
objetivos y sus posibles consecuencias. La claridad interior es la que nos
conducirá por el camino adecuado. Más adelante procuraremos bosquejar como
puede efectuarse el autoconocimiento al vincularlo con todas las contingencias
que nos depara la existencia, de cualquier tipo que fuere.


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Pedro S. Tavacca
(tavacca.pedro@gmail.com)

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