jueves, 11 de noviembre de 2010

La Vida es un Poema




La Vida es un Poema

Recopilaciones por el Hno. José Ocampos


Cuando se siente a Dios en toda su dimensión, el dolor es arte, es
poesía. Cuanto más pesada es la cruz que cargamos, más dulce nos
parece la sonrisa de una enferma que está soportando increíbles dolores
y sin embargo, nos regala una sonrisa cuando nos acercamos a ella: ¿No
es esto un poema milagroso?. Esta alegría interior que nos hace sentir el
espíritu superior de una enferma resignada, cuya resignación obedece a
su inclaudicable amor a Dios, nos señala la capacidad poética de esta
enferma para regar con su sonrisa permanente, que Dios la ha dado,
para que sea faro, brújula, guía para quienes apenas tienen un ligero mal
y ya se dan por vencidos. En cambio, esta enferma que está soportando
increíbles dolores, por la gracia de Dios, todavía nos puede regalar un
verdadero poema con su angelical sonrisa.

Para vivir y sentir un poema, se debe latir como el corazón humano.

No es fácil descubrir donde reside un poema, pero cuando se escudriña
profundamente, tal vez se pueda sentir que un poema asoma del corazón
invadido por algún mal y que ese mal no es para destruir, sino para salvar
almas necesitadas. Y la persona que ha recibido ese mandato de lo divino,
lo siente así y de ahí que cada punzada de dolor, ella la convierte en
un mensaje de amor y nos envía como poema, como canción, como
oración que debemos recibir como aliento para comprender que las pruebas
de Dios son para bien y no para mal.

¿Te has fijado cómo se consume la vela?. Da luz, disipa tinieblas,
pero a costa de su propia existencia. Una enferma grave que se va consumiendo
sin quejarse, cuánta luz nos irradia con su ejemplo! ¿No es esto un poema?

Personalmente debo decir que la poesía se unió a mi existencia,
cuando encontré a una mujer maravillosa: DORA ALONDO MASSARE.

Con ella se fusionó mi vida de tal manera que llegamos a convertirnos en
un solo ser.

Tal vez esta alabanza de mi esposa que sale de mi boca, no sólo de
mi boca, sino de mi corazón, de todo mi ser, no sea muy apropiada, pero
espero me perdonen porque así lo siento y así lo manifiesto.

Debo agregar que al lado de ella me sentí el ser más fuerte y más
feliz.

Tengo la certeza de que Dios nos unió para percibir a través de esta
unión experiencias más valiosas para que podamos transmitirlas a nuestros
hermanos, que muchas veces ante insignificantes problemas, ya se
sienten abatidos, deprimidos, alicaídos. En cambio a mi esposa se le encargó
la santa misión de cumplir un deber sagrado y ella con todo valor, y
sobre todo, con gran amor y con la clara conciencia que sólo era para
saldar cuentas atrasadas y que ella lo hacía con alegría y sobre todo,
agradecía a Dios le haya elegido a ella para dar ese gran ejemplo que dio.

Decía: Dios es nuestro compañero en las penas y nuestro consuelo en el
dolor.

El dolor, lejos de destrozar a una persona, de destruirlo, lo purifica y
lo dispone para una transformación. Lo que una persona es y vale, no se
desprecia con el dolor; más bien se aquilata.

Debo manifestar con toda claridad y sinceridad, que si no fuera por
la Filosofía Rosacruz, posiblemente habríamos tomado determinación de
otro modo.

Aquí va a continuación un soneto de un poema (Hugo Mayo) que
tiene relación con lo que estoy hablando:

“Eres una canción. Aire ligero cernido entre flores y nidos. Duermen
tus pies en campos florecidos. Comienza en ti mi vida. Eres mi poesía, mi
vida, mi canción. Eres la sombra toda, eres lumbre, y yo elevando el
corazón, te aspiro, como el viento que viene de una cumbre. Eres como
las olas que van y vienen. Como las blancas nubes que se desplazan
suavemente bajo el cielo azul”.

A 4 años del paso al más allá de mi querida compañera, he querido
recordarla de esta forma. A medida que pasa el tiempo, más la recuerdo.

Tal vez, como humano que soy y aún tengo los pies en la tierra y por
ende, con muchas imperfecciones, estoy cometiendo una grave falta al
no permitir a mi inolvidable compañera, su libre perfeccionamiento en la
morada del Señor.

Los seres que nos precedieron y sobre todo los que pertenecieron a
la Fraternidad Rosacruz, todos han dejado una estela de amor y poesía
que debemos imitar y cada vez debemos ser mejores, más buenos, más
bondadosos, más tolerantes, más servidores a nuestros hermanos.

Por último, le pido al Señor que me perdone y le pido también al
Señor que la ve en el cielo, que le diga: que la quise, la quiero y la querré
siempre, y si en algo fallé con ella que me perdone. Gracias.


* * *

471 - JOYAS ESPIRITUALES - 09/01 - FRATERNIDAD ROSACRUZ DEL PARAGUAY

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