Conciencia (I)
Recopilaciones por José Ocampos
Para lograr conciencia de sí misma, mucha gente debe empezar
por volver al principio y redescubrir sus sentimientos. Es sorprendente
la cantidad de personas que tienen sólo un conocimiento general
de lo que sienten; cuando se les pregunta dicen que se encuentran
“muy bien” o “pésimamente” sin tener precisión de lo que dicen.
Cuanto más conciencia tiene uno de sí mismo, más lleno de vida
está.
Conciencia es la capacidad para llegar a los niveles más profundos
de la comprensión, de la sensibilidad.
La disciplina de la veracidad no nace de las leyes, ni de las
ideologías; nace y muere en la conciencia de las personas.
Hace falta conciencia moral, que es elemento esencial en la
relación humana.
La conciencia moral sólo se forma mediante la educación bajo
las normas del amor a la verdad y el bien.
Tenemos que tratar de vivir una vida recta. Hoy día sobre todo,
no es nada fácil. A veces estamos caminando por rutas torcidas y
creemos que estamos caminando por buen camino. Pero a dos nunca
podremos engañar: nuestra propia conciencia y Dios. Son ellos los
que trazan la línea recta de nuestra vida.
No serás feliz si eres estudiante y no estudias; si eres trabajador
y no trabajas; si eres hijo y no eres un buen hijo; si eres padre y no
atiendes bien tu hogar; si eres esposo y no respetas y tratas con cariño
a tu esposa; si eres cristiano y no amas a Cristo. La felicidad es testimonio
de la buena conciencia.
Decía Ghandi: “Al único tirano que acepto en el mundo, es a la
pequeña sosegada voz que nace de mi conciencia”.
La buena conciencia es la más blanda almohada para dormir.
Es la mejor almohada del hombre bueno y justo.
La crisis moral sólo se puede superar por la rectitud y por la
integridad de conciencia.
Es hermoso llegar al final de la vida teniendo conciencia de que
nos hemos consumido por el bien de los demás.
Realizar nuestro Yo verdadero no es algo más o menos importante
en nuestra vida, sino que es encontrar la verdad de nosotros
mismos y de todos aquellos problemas que nos afectan, y que desaparecen
y dejan de ser problemas al ser iluminados con la luz que brota
de ese Yo Superior y profundo que es la luz misma de la conciencia.
La conciencia es un nivel de vida en que se logra luz y dominio
de sí mismo. Es un nivel de vida que no corresponde a todo viviente,
sino sólo a los vivientes dotados de espíritu. La conciencia es ese
ámbito de interioridad a que el hombre retorna cuando entra dentro de
sí para tomarle el pulso a la propia vida, dialogar con Dios secretamente
y decidir con libertad el propio destino.
Por más distorsionada o envilecida que se halle la conciencia, el
ser humano conserva intacta la capacidad de su naturaleza racional y
libre. En la intimidad del hombre hay profundos subsuelos donde, ciertamente,
se agazapa lo canalla que puede ser, pero también se esconde
el santo y el héroe que no están muy lejos de nosotros.
El pensamiento puede engendrar lesiones orgánicas. La inestabilidad
de la vida moderna, la agitación incesante y la falta de seguridad,
crean estado de conciencia que acarrean trastornos nerviosos y
orgánicos. Del mismo modo aquellos que conservan la paz interior,
están inmunizados contra los trastornos nerviosos y orgánicos.
Cuanto más se ora, más vivo está Jesús en el hombre. Cuanto
más vivo está, la conciencia del hermano está más fortalecida por esa
presencia. Cuanto más fortalecida está su conciencia, su inconsciencia
está más débil. Y de esta manera, las reacciones y conductas del
individuo serán más racionales, equilibradas y fraternas.
Decía Don Antonio Paciello, fundador de la Fraternidad Rosacruz
del Paraguay: “Tengo la convicción de que no fui malo en la vida. Mi
conciencia está tranquila y no perturba mi sueño.
Es únicamente el bien que no hice, el que me pesa. Es el bien
que pudiendo, no he hecho. Ciertamente, es pesada la carga que siento,
por eso, si la Suprema Voluntad me lo permite, los últimos días de mi
vida que me quedan en esta existencia terrenal, serán para intensificar
mi amor y servicio a la humanidad, predicando a toda hora: PAZ, PAZ
Y SIEMPRE PAZ.
***
456 - JOYAS ESPIRITUALES - 06/00 - FRATERNIDAD ROSACRUZ DEL PARAGUAY
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