LA VOZ DE LA ABEJA
Por Isolda Betina
Una abejita de rubio color, que de sus patitas colgaban dos diminutas
canastitas de amarillo polen, se detuvo un momento para conversar
asomada a un pétalo de rosa y me dijo: “Mírame cómo voy
cargada, llevo el polvillo de las flores a mis hermanas que esperan por
mí esta tarde. Estamos trabajando mucho esta primavera porque el
amo nos dio una casa con tres pisos y hay que llenar todos los barrilitos
de miel. Después, los cubrimos de blanca cera y además, debemos
almacenar provisiones para el invierno. En esta estación construimos
cunitas a los bebés que nacerán en la próxima primavera.” Ella me
miró con sus ojitos de ónix, y señalando el Oriente, continuó diciendo:
“Vengo de muy lejos, allá donde el horizonte se estira cual cuerda de
guitarra, hay un monte de flores campesinas, aromos y narcisos de
dulce almíbar. A nosotras nos gusta recolectar el pólen y el néctar de
las flores; miles de diligentes obreras son acarreadoras o aguateras,
otras son guardianes que constantemente tienen que luchar con los
zánganos, que sólo quieren divertirse y vivir sin trabajar. Cientos de
nuestras valientes mueren protegiendo el abejar”.
A veces siento nostalgia de parientes que viven más allá del horizonte
y vuelo cerca de la costa para mirar los veleros de blancas
velas que viajan sobre el mar; pero me consuelo soñando hermosas
ciudades de abejas. Cuando el tiempo es caluroso, las datileras destilan
deliciosa miel. entonces pernocto bajo sus perfumados frutos, y si
el calor molesta, hago vibrar mis alitas de gasa refrescando mi cuerpo.
A siete millas de aquí hay un viejo roble donde vive una colonia
ermitaña. A ellas les gusta que les cuente las novedades de la ciudad.
A la reina madre no le gusta la civilización. Ella dice que los hombres
son abejorros, que esclavizan y racionan la miel. La soberana no permite
salir de los linderos del monte a ningún miembro de su familia.
La Abejita de traje de terciopelo, hace zumbar sus alitas a manera
de adiós. Viéndola alejarse me quedo pensando en el dulce trabajo
de la abeja, en su labor constante llena de hermosura y de belleza y el
pobre hombre insensato que no sabe que trabajar es cumplir una divina
ley de la naturaleza para así poder amar la vida y vivirla en plenitud.
* * *
Cuando trates de ayudar a alguien, no te
impacientes por sus debilidades. Éstas son las que
te permiten el privilegio de servirle; pues de lo contrario
no tendría necesidad de tu ayuda.
J. S.
Arrundale
* * *
El Amor es un principio de orientación en mí.
Atrae hacia mi experiencia, relaciones perfectas
y armoniosas.
Dios es Amor; quien vive en Amor, vive en
Dios y Dios en él.
Que se cumpla en mí tu santa voluntad.
* * *
458 - JOYAS ESPIRITUALES - 08/00 - FRATERNIDAD ROSACRUZ DEL PARAGUAY
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