RENACIMIENTO
Por Max Heindel
La ley del Renacimiento enseña que cada alma es una parte integrante de Dios, y que está desarrollando todas las posibilidades divinas, así como la semilla desarrolla una planta; que va mejorando la calidad gradualmente, esas posibilidades latentes se van desarrollando en poderes dinámicos; que nadie se pierde por este proceso, pues toda la humanidad alcanzará la meta de la perfección y la reunión con Dios. La ley del renacimiento que afirma la encarnación repetida en vehículos de creciente perfección, está de perfecto acuerdo con la evolución y los fenómenos de la Naturaleza.
Mirando la vida desde el punto de vista ético, encontramos que la ley de Renacimiento junto con la de Consecuencia, su compañera, es la única teoría que satisface la justicia y está en armonía con los hechos de la vida que vemos en torno nuestro. Si la ley de Causa y Efecto es verdadera, entonces el Renacimiento periódico es una consecuencia lógica de absoluta necesidad, así pues, tanto si lo comprendemos o no, tanto si nos agrada como si nos desagrada, estamos encerrados dentro de un circulo y debido a nuestras propias acciones del pasado, constreñidos a que estas accionen y reaccionen sobre nosotros hasta que desarrollemos una fuerza superior a la que ahora nos está sojuzgando. Nosotros, pues, no estamos aquí por el capricho de Dios. El no nos ha colocado a unos en un jardín y a otros en un desierto, ni tampoco ha dado a éstos un cuerpo saludable de modo que puedan vivir libres de dolores y enfermedades, mientras que a aquellos les ha colocado en tan mísero estado que nunca se ven libres del dolor; sino que lo que somos, lo somos debido a nuestra diligencia o negligencia, y lo que seamos en el futuro depende de lo que nosotros queramos ser y no del capricho de Dios o de un destino inexorable. No importa cuales sean las circunstancias, estriba en nosotros mismos el dominarlas o ser dominados por ellas, a nuestra voluntad. Por consiguiente, la enseñanza Rosacruz dice que nacemos en el lugar mas apropiado para nosotros, de acuerdo con las experiencias obtenidas en nuestras vidas anteriores, y que en todos los casos sin excepción, obtenemos justamente lo que merecemos; y que todas las experiencias que se ponen ante nosotros son precisamente las que necesitamos y las que nos dan el ímpetu apropiado para el próximo paso de desenvolvimiento.
Para obtener desarrollo, es necesario para el Ego renacer en un cuerpo físico muchas veces. Cuando toda la experiencia de cualquier vida ha sido asimilada espiritualmente en los mundos superiores, el espíritu nota el impulso de alcanzar nuevas experiencias, y este deseo le empuja irresistiblemente a la reencarnación. Nuestro saber respecto a la reencarnación, no queda limitado a la especulación. La reencarnación es uno de los primeros hechos concretos demostrados a los alumnos de la Escuela de Misterios. Se les enseña a observar a un niño en el acto de morir; luego a seguir a este niño a través del mundo invisible, día por día, hasta que llega a la reencarnación dentro del período de pocos años. Después de haber hecho esto, el alumno sabe con certeza absoluta que la reencarnación es un hecho y no solamente una teoría metafísica. En oposición al Renacimiento, se preguntan por qué no nos acordamos de nuestras encarnaciones anteriores, pero es una gran bendición que el hombre no conozca sus experiencias anteriores hasta que haya alcanzado un desarrollo espiritual considerable, porque hay en nuestras vidas pasadas (cuando éramos mucho más ignorantes que ahora) negras acciones que exigen retribución, y ese destino se va liquidando gradualmente; así que, si conociéramos nuestras vidas pasadas, conoceríamos cómo y cuando la ley de Causa y Efecto nos traería la retribución de esos malos actos, veríamos la horrenda calamidad cerniéndose sobre nosotros y el miedo nos quitaría toda la fuerza que necesitamos para luchar la batalla, contra el destino, y cuando aquella nos cayera encima nos encontraríamos inermes e indefensos.
Por otra parte, no conociendo lo que está tras de nosotros, tampoco conocemos lo que está ante nosotros, y, por consiguiente, aprendemos las lecciones sin que el medio nos prive de nuestras fuerzas. Además, para aquellos que deseen conocer, hay ciertos medios de saber las lecciones que tendremos que aprender y cómo podemos hacerlo lo mejor posible. Así que trabajando con las leyes de la Naturaleza podemos avanzar rápidamente, y cuando más sigamos los dictados de nuestra conciencia y cuanto más estudiemos las leyes de la Naturaleza, tal como las revela la astronomía, tanto más rápidamente nos preparemos para el conocimiento directo
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