jueves, 5 de agosto de 2010

NAVIDAD E INICIACIÓN



NAVIDAD E INICIACIÓN


He venido para que ellos puedan tener vida, y que ellos
la puedan tener más abundantemente.

Juan 10: 10

El Cristo ha trabajado siempre con la humanidad. Por eones ese
trabajo fue hecho desde fuera. Desde Su encarnación, primero como
forma mortal y posteriormente como regente de la tierra, el trabajo ha
sido hecho desde dentro.

Antes de Su encarnación la atmósfera psíquica de la tierra se había
vuelto tan obscura por la maldad humana que el Cristo no se podía
contactar directamente excepto por los pocos avanzados. La multitud
tocaba Su influencia solo indirectamente como la alcanzaban desde la
Luna, por medio de Jehová, el Regente Lunar, y sus ayudantes
arcangélicos, que la traspasaba a la humanidad en la forma de varias
religiones que precedieron y se adelantaron al Cristo. Todas esas religiones
eran racionales; eran separativas, y como tales están destinadas
a someterse al universalismo de El ante quien se doblará toda rodilla
y de quien toda lengua confesará como el Señor del Mundo.

Después de la encarnación de Cristo las condiciones cambiaron.

Tuvo lugar una purificación del aura planetaria y una aceleración de sus
fuerzas vitales. Los barrotes que por tanto tiempo habían impedido a la
mayoría el acceso directo al Cristo Cósmico fueron levantados de modo
que quienquiera que lo quisiese pudiera venir. La Iniciación fue abierta a
todos, la ayuda necesaria había llegado. Los dioses habían intervenido,
el Cristo había hecho el sacrificio; por su amorosa presencia, la esperanza
y la fuerza volvieron y una vez más el hombre recogió su condición
largo tiempo perdida, de hijo del Padre en los cielos.

Una magnífica ayuda de poder espiritual se extendió sobre la
tierra, y no solamente al hombre, sino a todos sus reinos de vida: mineral,
planta y animales, así como al hombre. Tal es la misión del Cristo.

Su antiguo sacrificio jamás ha cesado. Ni cesará hasta que un número suficiente
de humanidad halla alcanzado el poder de llevar a
término el trabajo iniciado por El. Entonces, y sólo hasta entonces, El
encontrará su liberación de la prisión que lo sujeta a la tierra y retornará
al Padre y a su Trono en el Sol.

Hasta la Liberación final el sacrificio de Cristo se repetirá en cada
año que pase. Seis meses de cada doce el Cristo vive en nuestra esfera
planetaria; durante los otros seis, aún magnéticamente ligado a la
tierra, El influye desde afuera, tal como el ego humano sale del cuerpo
durante el sueño, pero permanece ligado a él por el “Cordón plateado”.

Desde el equiniccio de Primavera al de Otoño, el Cristo opera
fuera de su vehículo temporal terrestre; desde el Equinoccio Otoñal al
de Primavera Sus trabajos están dentro de El, y los impulsos espirituales
alcanzan su máximo en la Noche Buena cuando el Cristo “renace”
en el centro de la tierra, desde donde El Irradia un amor de tal potencia
dinámica como para encontrar respuesta en los corazones humanos
de todo clima y credo. Por lo tanto el mundo se hace más bondadoso;
el altruísmo pasa a ser el santo y seña y la jovialidad es su nota clave.

Es en este tiempo sagrado que las condiciones son más propicias
para la Iniciación, y el Discípulo que es Bienvenido al Santuario
Templo contempla la estrella de Cristo brillando en el centro de la tierra,
o a través del volúmen del globo de la tierra el cual se ha vuelto
transparente a su mirada, él ve el Sol a Medianoche del cual descendió
esa Estrella de Cristo.

La Iniciación de la Tierra, por medio de la cual el hombre alcanza
la última victoria del Espíritu sobre la materia, constituye parte del Ceremonial
místico de la Estación del Solsticio de Invierno. Para el Iniciado
3x3, o iniciado del Noveno Grado de La Navidad significa el triunfo
sobre el “último enemigo”, la muerte, y un nuevo nacimiento en el estado
de Adepto. Esto tenemos que decir algo más en otro lugar.

Aquellos que alcanzan esta condición son elegibles, con otros de
iluminación similar, para tomar parte en el trabajo de espiritualizar los
átomos del planeta tierra. Esta espiritualización de materia es llevada
a cabo por intermedio del sonido. El propio Cristo, en un canto poderoso,
de la nota clave del Gran trabajo, y este Sonido Cósmico, es en
verdad la Palabra de la cual habla San Juan, por el cual todas las
cosas fueron hechas. Este es el Trono principal emitido por el Gran
Espíritu del Sol el cual construyó todos los mundos de nuestro sistema
solar y los sostendrá tanto como sea necesario en el plan de evolución
Es la nota clave de nuestro modelo planetario de evolución, y en
consecuencia estamos en armonía con el Cristo en la forma más íntima.

Esta es por lo tanto la nota clave de la canción planetaria que la
tierra entona a través de las cuatro Estaciones Sagradas. La canción
del Equinoccio de Primavera y los sonidos del Solsticio de Verano en
la exhalación del Espíritu de la Tierra, mientras la canción del Equinoccio
de Otoño y el Solsticio de Invierno suena en la inspiración. Es durante
la inspiración del Logos planetario que el Rayo de Cristo desciende
a la tierra; durante la exhalación asciende una vez más al Sol.

El Discípulo que como Parsifal, observa desde la Puerta del Templo,
debe aprender a enfocar su atención sola y únicamente en la idea
de la vida cósmica a tal punto que no pueda afectar una reacción negativa;
entonces los átomos de su cuerpo responden a vibraciones de
la Canción de Cristo que otorgan la inmortalidad a medida que su
melodía emana del corazón de la tierra y desde el Sol. A medida que
la concentración se torna más controlada él escucha dentro de sí mismo
el sonido de las palabras que se cantan: “Yo soy el Camino, la
Verdad y la vida”.

Este canto supremo se eleva en lo alto en los espacios siderales
por innumerables huestes de Angeles, donde su coro triunfante es
aumentado por las voces de los de nuestra propia onda de vida que
hayan alcanzado este exaltado estado de conciencia.

El último enemigo por vencer es la muerte. Esto a sido una enseñanza
en el Templo, y todavía es la finalidad de la Iniciación. En el
ceremonial de Navidad, el Maestro que es nuestro divino patrón de
vida se inclina sobre nosotros, indicándonos hacia adelante sobre su
Sendero iluminado, en tanto que en la tierra resuena con los ecos de
su voz poderosa: “Alégrate. He vencido al mundo”.

***

456 - JOYAS ESPIRITUALES - - 06/00 - - FRATERNIDAD ROSACRUZ DEL PARAGUAY

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